Zen pencils acaba de publicar un video de su último cómic, el cuál posteé aquí hace unos días, con la narración de Carl Sagan superpuesta a las imágenes de la viñeta.
Enjoy!
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Ese pálido punto azul... en video |
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¿De verdad me muero si tomo aspartame? |
Esto es trampa cochina, pero si quiero mantener el blog, tengo que reciclar contenido. La siguiente entrada apareció originalmente en el blog de Más Ciencia Por México, para el cual la escribí hace poco más de un año en dos partes (1 y 2). ¿Realmente es taaaan malo es dichoso aspartame?
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¿Alguna vez te han dicho que el aspartame
es malo para tu salud? A muchos de nosotros también, pero ¿qué tan
cierto es? En esta serie de entradas del blog vamos a analizar el mito
urbano alrededor del aspartame, esperando que la información que te
brindemos te ayude a despejar las dudas en cuanto al este famoso
edulcorante.
El aspartame es un substituto de azúcar
con bajo contenido calórico que se comercializa bajo las marcas Equal,
Nutra-Sweet y Canderel. La composición química del aspartame se reduce a
la combinación de dos aminoácidos: ácido aspártico y fenilalanina. Hay que recordar que los aminoácidos son los bloques constructores de las proteínas
que consumimos en productos como carne, huevo, lácteos y algunas
plantas como la soya, entre otros. Ahora bien, depende de a quién le
hagas caso, el aspartame puede ser un compuesto seguro que ayuda a los
regímenes de reducción de peso y del control de la diabetes, o bien una
encarnación maligna y venenosa que está destruyendo la salud de aquellos
que lo consumen. La pregunta es: ¿quién tiene la razón?
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Ese pálido punto azul |
Ok. Ya sé que no publico desde hace años (literalmente).
Así que mejor sólo dejo esta hermosa caricaturización del glorioso fragmento del libro homónimo de Carl Sagan, Pale Blue Dot, cortesía de zenpencils.com

Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es casa. Eso es nosotros. En él se encuentra todo aquel que amas, todo aquel que conoces, todo aquel del que has oído hablar, cada ser humano que existió, vivió sus vidas. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de confiadas religiones, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de la civilización, cada rey y cada campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, cada esperanzado niño, inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de luz del sol.
La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades visitadas por los habitantes de una esquina de ese pixel para los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina; lo frecuente de sus incomprensiones, lo ávidos de matarse unos a otros, lo ferviente de su odio. Nuestras posturas, nuestra imaginada auto-importancia, la ilusión de que tenemos una posición privilegiada en el Universo, son desafiadas por este punto de luz pálida.
Nuestro planeta es una mota solitaria de luz en la gran envolvente oscuridad cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ni un indicio de que la ayuda llegará desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos.
La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos.
Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad y construcción de carácter. Quizá no hay mejor demostración de la tontería de los prejuicios humanos que esta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amablemente, y de preservar el pálido punto azul, el único hogar que jamás hemos conocido.
Ahí nomás,
Pepe
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