Más trampa. Acá otra de las cosas que escribí para el blog de Más Ciencia por México, esta vez, haciendo leña de un árbol caido llamado Justin Bieber já!
Hace un tiempo, en el
programa Late Show de David Letterman, el cantante canadiense Justin
Bieber tuvo dificultades al momento de responder a una sencilla
pregunta: ¿Cuáles son los continentes? El video se volvió viral en pocos
días, y es probable que ya hayas reído un par de veces viendo como el
joven cantante cree que Canadá y el Polo Norte son continentes.
Sin embargo, la pregunta no deja de ser
curiosa… ¿Cuántos continentes hay en el planeta Tierra? Si naciste en
México y otros países Latinoamericanos, o en la mayoría de los países
Europeos, la respuesta que te va a venir en mente de inmediato es 6: América, Europa, Asia, África, Oceanía y Antártida.
Sin embargo, si le preguntas a alguna persona que estudió la primaria
en un país anglosajón o en países como China, su respuesta va a ser un
poco distinta: Norteamérica, Sudamérica, Antártida, África, Europa, Asia y Australia. Lo cual nos indica que no todo el mundo cuenta los continentes de la misma manera, y hay más de una manera de contar el número de continentes en el planeta. ¿Entonces quién tiene razón?
La definición más común sobre lo que es un continente es la siguiente: “Grandes extensiones de tierra separadas unas de otras por océanos”. Si nos apegamos a esta definición básica de continente, nos encontramos con algunos problemas. Problemas como los siguientes:
Por un lado tenemos a Europa, y por el
otro lado tenemos a Asia. Si observamos en un mapa ambos continentes,
nos damos cuenta que no existe un océano que los separe, ¿cierto?
Entonces, ¿por qué los consideramos continentes distintos? Bien, la
razón práctica para esta división es una cuestión de índole cultural:
Europa es tan distinta de Asia en cuestión histórica y cultural, que es
mejor pretender que son dos entidades diferentes.
Ok. Tal vez haya un poco de razón en
ello. Una definición más elaborada de “continente” nos indica que son
grandes extensiones de tierra que se diferencian de otras por conceptos
geográficos y culturales, como océanos y etnografía.
Pero si asumimos que el argumento
cultural es válido, entonces seguramente también podría aplicarse en
otros escenarios. Por ejemplo, ¿Qué sucede con India y con el Medio
Oriente? Seguramente ambas regiones podrían ser consideradas como un
continente distinto, basándose en las diferencias culturales que hay
entre ellos y con las regiones colindantes. Si consideramos la premisa
anterior como cierta, entonces caeríamos en una situación en dónde no
terminaríamos de dibujar líneas cada vez más absurdas: ¿Es Brasil un
continente aparte a Sudamérica? ¿Latinoamérica debería ser considerada
un continente aparte de Estados Unidos y Canadá? ¿Qué pasa con el África
subsahariana? Y así hasta que no haya más tierra que dividir…
Algunos también justifican la división entre Europa y Asia por la presencia de la cordillera de los Montes Urales,
que atraviesa Rusia desde el Mar Ártico hasta el río Ural en
Kazajistán, como la división natural de ambos continentes. Pero bajo
este argumento, la cordillera de los Himalayas
también podría ser un argumento perfectamente válido para suponer que
existe una división no-cultural entre India y Asía, pero dicha división
no se considera en términos prácticos tampoco. Otras cordilleras con
mayor tamaño y relevancia podrían sentar la base para hacer otro tipo de
divisiones. Consideremos las Montañas Rocosas en Norteamérica, o La Gran Coordillera Divisoria
en Australia, las cuales no sientan las bases para delimitar distintos
continentes aun siendo mayores que los Himalayas o los Urales.
Por todo lo anterior, algunos autores desestiman la división cultural u orográfica entre Europa y Asia, y consideran que esa enorme masa de tierra es un solo continente: Eurasia (el cual no debe ser confundido con la Eurasia del libro 1984 de George Orwell).
Vale, todo suena bien. Esta visión la
podemos extender a América también, para aquellos modelos que consideran
que Norteamérica y Sudamérica son entidades distintas. Ambos están
conectados en Panamá -o al menos lo estaban antes que Theodore Roosevelt decidiera que alguien tenía que cortar ese país a la mitad, y quién mejor que él para hacerlo. Aun considerando que el Canal de Panamá
tiene una profundidad de 13 metros, cualquier persona puede comenzar
una travesía desde el extremo septentrional de Alaska, caminar todo el
camino hacia el sur atravesando Panamá, hasta llegar el extremo más
meridional de América, en Chile. Entonces, a pesar de todo, Norteamérica
y Sudamérica no están tan divididos.
Ahora este ejemplo nos pone en otra
situación un poco incómoda, porque si decidimos desechar el Canal de
Panamá como un criterio que separe al continente Americano, también
podríamos aplicar el mismo argumento para desechar la separación entre
Eurasia y África, que están separados por el Canal de Suez, y terminarías con un mega-continente monstruoso de casi 85 millones de kilómetros cuadrados: Eurafrasia.
Con este modelo de cuatro continentes
(América, Eurafrasia, Australia/Oceanía y Antártica), seguramente
nuestra visión sobre los continentes debe estar completa, porque ya no
hay más masas de tierra que unir y nuestra definición básica inicial es
consistente. Excepto que no hemos realmente terminado porque aún queda
por analizar otra parte de dicha definición: ‘grandes’. Exactamente,
¿qué tan ‘grande’ debe ser una masa de tierra para ser “continentalmente
grande”?
Recordemos que en algunas partes del
mundo, el concepto de Oceanía como continente no es considerado como
tal, y se considera a “Australia”
como el continente más pequeño. En este modelo continental, la pregunta
que surge de inmediato es si realmente Australia es el continente más
pequeño o es algo así como “El Rey de las Islas”. Si se considera a
Australia como un continente, ¿por qué no considerar a Groenlandia? Es bastante grande, inclusive cuando no consideras todo el hielo que la cubre. Y hablando de hielo, ¿qué pasa con Antártida?
Este continente olvidado, injustamente arrumbado en el fondo de los
mapas porque casi nadie vive en él, parece ser enorme hasta que analizas
lo que hay realmente bajo la superficie helada. Quítale todo el hielo a
Antártida, y surge a la vista un archipiélago que no es la gran masa de
tierra que pretende ser. Para complicar más las cosas, la isla más
grande de este archipiélago es mucho más pequeña que “El Rey de las
Islas”. Dado el caso, si queremos seguir llamando “continente” a
Antártida, bien podríamos llamar continentes a otras islas o
archipiélagos. Es de ahí que en otros modelos continentales se considera
que el continente no es Australia exclusivamente, sino Oceanía,
que incluye dentro del continente a las islas vecinas en el Pacífico y a
Nueva Zelanda. Pero bajo el mismo criterio, entramos en un debate de
qué tan grande debe ser un archipiélago para ser considerado un
continente. ¿Podríamos considerar a las Antillas,
el conjunto de islas de delimitan el Mar Caribe, un continente aparte?
¿Podríamos considerar a la Gran Bretaña y la Isla de Irlanda, conocidas
como las Islas Británicas, como un continente aparte?
¿Qué pasaría con Islandia?
En este punto es posible que estemos más confundidos que al inicio,
porque ahora podrían haber solo tres continentes, ¡o docenas de ellos!
¿Cómo solucionar este dilema? Quizá analizando más a detalle la
estructura del planeta y partiendo de ella para definir algunos límites.
Para ello, tendríamos que preguntar ¿qué es un continente para un
geólogo?
Los geólogos definen a los continentes
de una manera distinta a como se hace en tradicionalmente, siendo una de
las formas en las que se define un continente la dada por la corteza continental, una plataforma de rocas metamórficas y rocas ígneas, en gran medida de composición granítica, que se distingue de la corteza oceánica por ser más dura y resistente a las deformaciones de la tectónica de placas.
De esta forma, algunos continentes pudieran ser extendidos a los
confines de una masa continua de tierra para incluir aquellas áreas
adyacentes sumergidas en el mar conocidas como plataformas continentales,
y aquellas islas que se encuentran dentro de esa plataforma continental
formarían parte del continente. De esta forma, el dilema en cuanto a
las Islas Británicas e Irlanda quedaría resuelto al formar parte de la
masa continental en donde se encuentra Europa. Aunque introduce otros
problemas, por ejemplo, el hecho que bajo este esquema, Australia y la
isla de Nueva Guinea serían consideradas un continente (como
ilustrábamos en la entrada anterior), pero Nueva Zelanda formaría junto a las islas de Nueva Caledonia un continente denominado Zealandia.
Otra de las maneras en las cuales se apoyan los geólogos para delimitar continentes es a través de la tectónica de placas. Según esta teoría, la corteza de nuestro planeta está dividida en placas tectónicas que “flotan”
sobre el manto terrestre, y que se encuentran en constante movimiento.
Para muchos geólogos, cada placa tectónica es un continente. Si
consideramos esta forma, encontramos que tenemos los siguientes
continentes/placas: la placa Antártica, la placa Australiana, la placa
Euroasiática, la placa Sudamericana, la placa Africana…. hasta ahora,
todo parece ir bien. Otras de las placas que existen son la placa
Índica, la placa Arábica (lo cual podría inclusive justificar lo que se
comentaba anteriormente sobre las diferencias culturales… y eso si
dejamos a un lado que muchos consideran a la placa Índica y la
Australiana como una sola).
También tenemos… ¿la placa del Caribe? ¿la placa del Pacífico? ¡Si ahí
casi no hay nada ahí que pudiera considerarse como “grande masa de
tierra”! Las placas de Nazca, Cocos o la Escocesa… Bueno, tal vez…. Pero
falta una, claro, la Placa Norteamericana, que resulta interesante
porque además de contener lo que conocemos como Norteamérica, ¡también
incluye una parte de Rusia, la mitad de Japón y la mitad de Islandia!
Ok, creo que al final, pedirle ayuda a la Geología nos terminó de
confundir más de lo que nos ayudó.
La raíz del problema radica en que la palabra “continente”
no tiene una definición sencilla y consistente para el uso diario. El
concepto “continente”, lo queramos o no, está construido política,
cultural e históricamente, y eso nos hace más sencillas las cosas que
considerar cortezas continentales, placas tectónicas o definiciones
estrictas. De esta ambigüedad surgen todos los debates en cuanto a si
América es un solo continente, dos o tres (si consideramos a
Centroamérica), o si el subcontinente Indio debe ser considerado aparte
de Asia, así como el Medio Oriente, etc. Pero a pesar del debate, dichas
construcciones alrededor del concepto de continente también nos ayuda a
agrupar islas oceánicas y otros fragmentos continentales en grupos que
facilitan su estudio. Por ello, consideramos que las Antillas y demás
islas del Caribe son parte de América, y no nos repartimos a Islandia
entre América y Europa, sino que la consideramos parte de Europa por
razones históricas. Finalmente, es más sencillo considerar los
archipiélagos e islas del Océano Pacífico junto a Australia como un
continente llamado Oceanía, porque resulta más sencillo en términos
políticos, aunque “estrictamente” no sea un continente.
Al final, aunque no nos fue posible dar
una respuesta definitiva a la cuestión de cuántos continentes existen, y
que siempre habrá debate al respecto, al menos el ejercicio nos sirvió
para conocer más el método mediante el cual se puede analizar una
pregunta tan sencilla como la que tratamos de resolver, haciendo uso de
distintos conceptos básicos de geografía. A pesar de lo anterior, de lo
único que podemos estar seguros es que el Polo Norte no es, ni será, un
continente. Tampoco Canadá. Lo siento por Bieber.
Para saber más:
- Sobre Continentes, División de los Continentes, Mapas de Continentes y Regiones del Mundo, y Placas Tectónicas.