Sería absurdo culpar a cierta serie de eventos desafortunados de mi ausencia por acá, aunque haya tenido un poquito que ver. Pero si alguien me conoce o me sigue por algún tiempo ya sabrá que la crisis 2013-2014 es más aguda y cabrona que la crisis 2005-2006. Claro, a la distancia veo que los episodios que marcaron el 2005/2006 resultan ridículos (y, desde un lente objetivo, lo fueron), aunque en aquellos momentos quizá me sentía igual que ahora. O peor. No es en vano que ahora crea poder sobrellevar mejor la situación: con el tiempo uno se va curtiendo en vinagre, como pata de puerco. Ahora tengo más alternativas para canalizar el enojo, la frustración, la rabia y la tristeza. Paciencia, coño, paciencia...
No tengo intención de ahondar en detalles. Al menos no ahora. Comentaba antes que terminara el 2013 que daba por cancelado el año y que no quería saber nada más. Después, llegó el 2014 y con los primeros días continuaron las desagradables sorpresas. Ahora puse mis esperanzas en el año nuevo chino. Si no funciona, siempre quedará una fecha arbitraria con la cual marcar el fin de algo y el inicio de otro algo. Potencialmente pudiera ser el inicio de la primavera (apúrate, desgraciada).
En fin. Por razones ajenas a mis conflictos existenciales y carencias personales, decidí que este año haría un esfuerzo por publicar más esta cosa. De perdida superar las 15 tristes notas publicadas en 2013.
A ver cómo nos va.
Ahí nomás,
Pepe