Traumas Tlaltenanguenses

Corría el mes de septiembre de 2004. Era un bonito martes, y al día siguiente tendría mi primer examen parcial de Principios de Programación. Como nunca fui un buen genómico (‪#‎equis‬ ‪#‎YOLO‬ ‪#‎swag‬ ‪#‎dealwithit‬) decidí aceptar la invitación.... no, la sonsacación para ir a la infamosísima feria de Tlaltenango.
 
¡Que alegre iba Pepe! Tras callar la voz de la conciencia, pudo disfrutar su puñetera feria. No obstante, un episodio dramático, fatídico, desaforado estaba a punto a acontecer. Ante la presencia de los bonitos juegos mecánicos, Pepe decide subirse a uno. Porque así es Pepe. ¡AY QUE DOLOR QUE DESGRACIA! Ya estándo arriba, no me cerraba la barra de seguridad que evitaría que saliera volando por encima de la barranca y hasta Rancho Tetela.
 
-Puedo agarrarme fuerte del tubo- pensé, no sin antes recapacitar en lo pinchurrientamente mal que se oía esa frase. Y en eso, ocurrió. El momento más triste de mi vida hasta ese momento.... o al menos uno del top 5. Llegó el encargado a decir que como no cerraba la barra de seguridad no podía subirme, que le llegara.
 
Y hoy, esta imagen sale en el 9gag.


T R I G G E R E D ! ! ! UNO ! ! 1
 
Aquel día me tuve que resignar a ganar una vuelta gratis en una cochinada que parecía híbrido entre carrusel y carritos chocones, porque Susana y yo nos pusimos a perrear en el concurso de reggeatón. Bien glorioso el asunto.
 
P.D. 10 años después la cretina mayor me acompañó a desquitar ese traumático momento de mi adolescencia.

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